jueves, 24 de diciembre de 2009

El calor, como una ropa invisible, dan ganas de quitárselo.
Bernardo Soares

Adiós ambages, maletas divorciadas;
adiós fracasos.
La piel en llagas, dolorienta,
descontextualizada,
ligeramente pegajosa.
Me soy
me siendo,
sólo porque me creo
(todo lo que uno puede creerse y crearse)
Sin logos,
depilado a la cera ardiente;
desde los castillos
el magma cotidiano al acecho.
Después de todo
sólo queda lo que no somos
lo que hemos sido pero no
lo que seremos pero tampoco
lo que expulsamos o rechazamos
como parte de una identidad actoral
construida con los pocos papeles
que se nos ha dejado interpretar.
Despegar la foto del denei,
que, como el calor portugués,
es la piel invisible, la ropa extraña,
irreconocida, irreconocible,
que dan ganas de arrancarse.

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