jueves, 14 de enero de 2010

había muerto no sé a qué tantas alabanzas
había muerto sin resucitar bien muerto
enterrado a doce pies dentro de un habitáculo de madera
rodeado de raíces habitado por gusanos
alimentándose de tierra y piedras
del mismo barro del que el alfarero le hizo
había muerto veinte veces
veinte años veinte vidas
había muerto más que un gato
había muerto en el olvido
tan olvidado
que alguien olvidó que estaba muerto
y al rozar con los labios sus páginas muertas
se levantó y anduvo por aquel paseo donde hasta los muertos caminan
y parecen hablarnos

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